sábado, 24 de marzo de 2007

“Yukata”: quien te viste y quien te ve

Museo Departamental: el arte del vestir japonés

Soy un impuntual compulsivo. Lo confieso públicamente. Y encima, nunca me he tratado profesionalmente. Pero algo me devolvió la calma: si viviera en Japón y tuviera que vestirme con sus atuendos tradicionales mi impuntualidad sería peor. Si poniéndome un jean y una remera llego tarde a todos lados, les juro –por lo que vi anoche- que de empilcharme con un “Yukata” no sería puntual ni para cumplir años.

Por Diego Sebastián Maga
Digamos que de moda no sé nada y de cultura japonesa (salvo por algunos dibujos animados que consumí de chico) sé bien poco, así que voy a encarar la crónica sobre la muestra de “Yukata” (vestimenta tradicional japonesa) partiendo de una materia en la que soy todo un experto: la impuntualidad (es decir, es como que vivo apurado pero por llegar tarde a todos lados). La exhibición (promovida por el Departamento de Cultura de la Embajada de Japón) se produjo anoche en el Museo Departamental y terminó siendo para mí toda una revelación: me enteré de que podría ser todavía más impuntual de lo que soy. La presentación estuvo compuesta de tres segmentos: uno de diapositivas (con una narradora que completaba la información visual), la proyección de un documental y un tramo final con dos modelos que hicieron una demostración de cómo es el proceso para vestirse y mostraron telas, texturas, accesorios y diseños (flores, mariposas, fuegos artificiales y animales). Allí quedó en evidencia que el tiempo y el arte que implica vestirse con estas túnicas niponas es extremo. Supongo que lo de la famosa “paciencia oriental” viene de ahí: de la parsimoniosa o meticulosa acción (no confundir con pachorra) de ponerse las pilchas. Tranqui y sin apuro, chicos y chicas japonesas se paran ante el espejo (elemento –en este caso- indispensable para empilcharse decentemente) y comienzan algo similar a una ceremonia o un ritual del vestir. Y tal cual parece, no hay una modalidad alternativa: o se hace lento o no se hace. En caso contrario, terminás con la apariencia de un matambre humano.
Según pude saber ahí (no crean que es porque fui a la Academia “Giordano”) originalmente estas batas (o kimonos hechos de algodón) eran utilizadas por gente de alto rango social y por personas que se iban a sacrificar en nombre de los dioses luego de darse un baño. Con el tiempo, el pueblo lo adoptó como prenda distintiva de los festivales religiosos y como trajes de fiesta.
Si bien con las décadas la población del país asiático abandonó esas preferencias y se volcó hacia un modo de vestir muy occidental, la tendencia actual –especialmente entre jóvenes- puso nuevamente al “Yukata” de moda. Eso sí, sin riesgo de vida. Ni tampoco de pasar por la ducha. Lo liviano de su tela y la comodidad que entrega a quien lo usa lo convierten en la ropa ideal para atravesar el sofocante verano japonés. Otro punto gratificante de lo que presencié es que ahora tengo una nueva excusa para dar cuando llegue tarde a trabajar: “hoy no pude venir en hora porque me estuve probando “Yukatas” en un par de tiendas de la Peatonal y como no conseguía de mi talle en ningún lado la mañana se me fue volando.” Eso sí, no es de extrañar que si el verso prospera mi patrón me pida que me haga el “hara – kiri” para que la historieta sea realmente convincente. ¡Arigato!